jueves, 28 de octubre de 2010

Odio por Amor.

Odio que tus ojos siempre tengan que mostrar esa maravillosa dulzura, mires a quien mires, hables con quien hables, e incluso digas lo que digas.
Odio que tus labios siempre sean tan tiernos, aun cuando hablas sobre las cosas más asperas, que tanto chirrían en mis oídos y que a mi corazón tanto dañan.
Odio que tus manos sean siempre tan ardientes a mis ojos, toques tu a quien toques.
Y odio que no me importe junto a quien pasees, pues el ritmo desacompasado de tus piernas sigue creando en mí remolinos de amor salvaje, que a diferencia de tus pasos, tan rápidamente suben desde mis pies hasta el lugar más recóndito de mi desordenada mente.
Tan rápido y tan ardiente... Tan duro, tan fuerte, que todos los bienes las preciados, toda la bienaventuranza, toda la gloria me promete.

jueves, 21 de octubre de 2010

Asco.

A veces, al mirarte, siento que si te tocara me abrasaría las manos por ser tu ser como es de ardiente,
con esos ojos que confusamente me hielan y matan.
Y esas manos...
Ávidas y curiosas, de ladrona, que me han arrebatado el apetito y el sueño, que, colmándome de insomnio, se han adentrado en mi mente, agarrando con fuerza todo lo que yo más amo, para robármelo, y, para, con la desfachatez que irradian, burlarse de mi, hiriendo así para siempre mi honra y mi alma.

Eres una mujer que quema.
Y ese quemazón, al convertirse en llaga,
más que un puñal en el corazón daña.