viernes, 23 de octubre de 2009

No puedo prometer, pero puedo decir que me gustaría.

A veces pienso que soy una humilde extensión de este ya dado planeta tierra. Que no soy nada, que nada valgo.
Dicen que tenemos una llamada memoria histórica, y que por eso solemos tener los humanos aun del siglo 21 miedo a la oscuridad, porque nuestros antepasados ante la oscuridad eran totalmente vulnerables al ataque de cualquier animal salvaje. Yo a veces me acuerdo de mis-nuestros antepasados, como Sócrates, o Maquiavelo, o Bécqer, o Rousseau, o Keynes, o Schopenhauer... Y pienso que me-nos queda algo de ellos siempre dentro.
Siempre he creído en la reencarnación; en que todas esas vidas de personas que destacaron pasan a otras, que cada vez van destacando menos, porque como no, cada vez somos más vagos, y cada vez nos convierten y nos convertimos en seres más y más inútiles con todo eso de la mecánica y la tecnología. Hoy en día no hacen falta pintores maravillosos, ni escultores, todo se hace mecánica y tecnologicamente. Solo quedamos algunos bohemios que seguimos fascinados por todas esas artes que de tan lejos nos vienen.
Yo aun me rindo ante las obras de aquellos seres que tanto brindaban su vida al arte, quedo fascinada ante las esculturas que a mano tallaban los antaños escultores, ante sus pinturas, ante el arte de la retorica de Cicerón o de Aristoteles, ante las ideas de Sócrates, su moral, su ética.
-Como siempre acabo saliéndome del tema y andandome por las ramas-.
Por todo esto, pienso que no soy una simple extensión de este ya dado planeta tierra, sino que me estiendo por el a mis anchas, que tengo la liberta de aprender y de crear, que soy una poeta en el antiguo concepto griego de persona que crea.

Por esto también soy capaz de amar, de ser amada, éros, si.
Por esto cada día siento que me crezco, que me hago a mí misma porque nadie más me va a hacer o a crear, sino yo.

Por eso también, otra vez más, se que hoy todo esto es real, y no me cuestiono si me puede doler en un futuro incierto por el que podría estar lamentandome toda la vida.
Porque siento amor, y por fin me siento amada, y con esto no quiero decir que nadie me haya amado nunca, sino que yo no supe sentirlo, no supe disfrutarlo o aceptarlo así como lo acepto y lo disfruto hoy.

Así que te doy las gracias a ti, y me las doy a mí, por saber apreciar. Por querer. Por amar. Doy las gracias por el simple hecho de existir, de estar.
Qué afortunada me siento, que realizada, que real. Qué orgullosa de mí por haber sabido aprender, por haber sabido llegar.

sábado, 10 de octubre de 2009

El regalo más grande.

Todo lo anterior me parece falso desde que llegaste tú.

Nunca he creído en la eternidad, en el amor para siempre, en esas tonterías que se dicen sin pensar. Pero ahora, ahora no es que crea, es que quiero creer. Quiero creerte para siempre, quiero poder ser feliz junto a ti todo lo que me quede de vida.

Soy capaz ahora mismo de decir los mayores absurdos con la mayor razón, mi razón eres tú.



Cada vez que sonríes se me corta la respiración, para imaginar que muero así, absorta en tu sonrisa y en tu felicidad, para que mi última imagen sea la más hermosa, tu rostro sonriendo, clavado en mi mente, cosido y bordado a la perfección, aunque no necesite ningún tipo de florituras para ser lo más bello que cualquier persona tenga el placer de ver.
Cada vez que te arrimas a mi, que me tocas o que siento tus labios acercándose a los mios para sentirlos se mueve algo liquido y estilizado dentro de mi, sube y baja y me hace sentir que nada mas bello puedo encontrar fuera de ese momento, fuera de ti.
Cuando estas distante, en un mundo en el que yo no puedo entrar porque no sé dónde esta, ni porqué esta, ni en qué parte de el te podré encontrar, siento que nunca más te podré alcanzar, y espero ansiosa y sigilosamente el instante en el que vuelvas a mi lado para una vez más, querer que no te vuelvas a marchar.
Porque cuando te vas todo para, el mundo se vuelve estático y pesado, y la existencia me ahoga en un mar de años interminables que me hacen envejecer más de lo debido para mi temprana edad. El cielo se nubla para mi, las gotas de las tempestuosas tormentas que crecen en mi cabeza me empapan hasta el alma y me siento fría y mojada.
Y cuando me doy cuenta de que te tengo a mi lado, de que estas ahí porque eres tú quien ha decidido estar en este lugar junto a mi y no en otro sola o junto a otra persona, cada músculo de mi cuerpo se hincha de felicidad dandome pie a querer gritar para soltar toda la tensión que crea en mi el amor que llevo dentro, el amor que cada día crece por ti, que tú alimentas y que tú haces crecer. Gritar que te quiero sin que me importe lo que diga la gente, que para mí eres tú el regalo más grande, y que te agradezco con lo mas sincero de mi corazón el que me quieras y me hagas sentir día tras día tan sumamente feliz.

Yo nunca me había sentido así.