domingo, 8 de enero de 2012

Manada de Una.

Mi cuerpo se ruboriza lleno de anhelos por el suyo,
mis músculos se entumecen con la espera,
mi estomago se contrae si se acerca..
Cada vez que soy consciente de que pienso,
su imagen sobre mi cuerpo vuelve a mi cabeza.
Y mi expresión se tuerce para tornarse un duro gesto de deseo carnal.
Su dulce y severo rostro se cierne sobre mi
me besa;
me abre en canal.

Le pertenezco.

Sus ojos me desbordan y su sonrisa me templa el alma.
Nunca, nunca podría querer escapar.
Su imagen me hace temblar,
mi cuerpo es suyo,
no hay escapatoria posible,
pero lejos de ser una lenta agonía,
es un placer, real y enorme.
Un verdadero placer.
Un placer siendo algo elevado a la moral,
y que no quiero dejar de sentir,
hasta que se rebaje tanto,
que incluso mi carne pueda penetrar.