lunes, 8 de septiembre de 2014

Confesiónes. Sinceras, esta vez.

Había pensado algo, y ya se me ha olvidado. Y así vivo.
Olvidada.
Olvidada de todas las cosas importantes que me rodean, 
y así, que quieres que te diga, no se puede vivir.
Se vive, pero no es lo mismo,
y no.. No voy a empezar con el rollo de siempre, 
no me voy a poner a explicar la diferencia entre vivir y VIVIR, 
no me voy a poner melodramática ni épica hablando sobre metafísica imposible
ni voy a dar consejos a los muertos, 
que es cosa muy mía también. 
Hoy, simplemente diré
que no estoy bien.


¿Dónde esta el limite? ¿Cuándo comprendes que una persona no te puede aportar nada más? ¿Y si no lo sientes aunque sea real? ¿Y si piensas que es real pero no lo es? ¿Y si te bajas cuando en realidad debías de seguir en el?... En el tren, digo. Y ¿Cómo distinguir? Yo no se si queda más, sé que queda, pero ¿Cuánto bueno y cuanto malo? ¿Qué es bueno y qué malo? ¿Dónde termina la metafísica?  ¿Qué es posible y qué deja de serlo en que jodido momento? ¿Cuándo tienes los ojos abiertos y cuando cerrados? ¿Y si los cerré un momento y me perdí el detalle mas importante que podría haberme hecho cambiar de opinión? Joder, no me podéis exigir tanto. 
Aunque, qué respuesta tan simple a todas esas cuestiones.. ¿Eh? Je.

Sentirte viva porque te estas muriendo..
Y ¿Cuándo aprenderé a sentirme viva sin necesidad de arriesgar mi salud mental? 
Que los extremos no son buenos.
Y yo vivo exclusivamente de ellos. 
Que tengo que o bien que arreglarme por el camino, en marcha y a lo loco, o bien bajarme del tren un tiempo y ya si eso cuando me de lo vuelvo a coger.
Ay, dios mio, no sé..

La que decía que no se iba a poner épica.



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