viernes, 28 de noviembre de 2008

Impúdica Ramera.

La sede de lo hermoso
se encuentra allí donde brilla la nada.
Donde fluye la magia
y donde la impertérrita agua habla.
La cumbre de la perfección
solo se halla...
Allí donde se busca,
donde habita la esencia
y donde la materia acaba.

¿Porqué, Tú, sereno halo de musa alabada,
te ciernes en tu oscuridad,
te ahogas en tu propio mar
y no dejas que nadie abra...?

¿Porqué, Tú, ser de impúdica alabanza,
buscas tu espacio,
asolas mundos
y hieres mi alma?...


Es la introversión del sentimiento,
la importancia del individuo
y la impotencia de la felicidad ansiada.
Es el dolor del fraude,
la imperfecta armonía de los sauces
y la apagada aura de los tristes fachanes que velan,
durante la noche,
en fugaces lágrimas
extraviadas a lo ancho de tu almohada.


Qué porqué te nombro,
preguntas asustada...
Y no te das cuenta
de que hieres mi alma.


Qué porqué te observo,
gritas, ya cansada...
Y no te das cuenta
de que tu ser, tan nefasto y fatuo,
como fulgor de luna
-cree brillar por si sola-
araña mi esencia,
que me abandona a respingos,
hacia la desesperada búsqueda.


Autodestrucción,
algunos lo llaman.
Yo solo sé llamarlo dolor...

Cuan dulce e intrínseca pudo llegar a ser tu alma..
Y cuan aspera y dura se ha vuelto
para conseguir un fin
que se desvía a cada intento.


No quieres verlo
más te aconsejo que dejes
que el destino cumpla su cometido.
No lo veras,
más solo conseguirás
que día a día,
luche por tu dulzura y amor
con más ahínco y esperanza,
con más dolor, más ahogada.


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