lunes, 16 de marzo de 2009

Arde un momento, y si no la coges se va.

Tengo entre las manos, un sentimiento de formas horribles y penosas.

Mi pecho se vuelve madera, y no consigo ni pensar, ni respirar.

La madera se convierte en árbol, y las ramas crecen por mis brazos.

Las raíces se deslizan ágilmente hacia mis piernas,

y mi sexo queda bloqueado.


Me relamo en mi agudo y punzante dolor.

Me revuelvo en mi agonía,

y me halaga sentirme arrepentida.


Saboreo cada instante que he perdido,

observo con deleite cada movimiento que mis ojos no verán.

Escucho, con gozo incesante, cada palabra que no sera dicha

y, después de todo, no podía haber nada mas efímero...

Ya no hay nada que perder.


"Ilusa! Ilusa!" me digo.

Tengo tan poca piedad...

Me regodeo en mi honda sensación de desilusión.

Mi cabeza clama misericordia, un poco de paz.

Pero, es tan difícil no pensar en ella...


Es absurdo, si, lo se, demasiado temprano quizá,

para quien no sepa ver,

para quien no sepa percibir la lucidez que, muy pocas veces, la mente nos enseña.


Como los colores o los nombres.

Como la grandeza del mar.

Como la magia de la luna...


Es un rayo, un rayo de luz octarina, chispeante, que arde un momento

y después se va.

Solo deja una leve sensación, una idea abstracta, que hay que coger al vuelo

porque sino se esfuma por completo.



No supe dejarla escapar. La cogí.

Desde la primera y única vez que llego a mi.

Hace bastante tiempo,

ahora ya esta moldeada, perfeccionada.

Tanto como para decirte mil cosas que no me atrevo a decir.

2 comentarios: